Majo Artavia

Soy María José Artavia, alguién que no teme sentir profundo, soñar en grande y escribirlo todo. Este espacio es más que un blog: es un viaje por las emociones, las historias, los aprendizajes y las batallas que marcan el corazón de una persona que decidió vivir para Dios y nunca dejar de ser auténtica.

Entre letras y lágrimas, clichés y oraciones, descubrí que escribir es una forma de sanar, de recordar, de creer… y de inspirar.

Majo Artavia

Soy María José Artavia, alguién que no teme sentir profundo, soñar en grande y escribirlo todo. Este espacio es más que un blog: es un viaje por las emociones, las historias, los aprendizajes y las batallas que marcan el corazón de una persona que decidió vivir para Dios y nunca dejar de ser auténtica.

Entre letras y lágrimas, clichés y oraciones, descubrí que escribir es una forma de sanar, de recordar, de creer… y de inspirar.

Sobre mis 15

Si me hubieran preguntado a los 7 años qué significaba para mí cumplir 15, seguramente habría respondido algo como:
“Una gran fiesta con un vestido de princesa rosado, tacones altos morados y muchos collares, anillos y pulseras”.

Pero ahora, al repasar estos cortos —aunque intensos— 15 años de vida, estoy segura de algo:
Cumplir 15, para muchas personas, puede tratarse solo de lo material. Pero para mí, es mucho más.
No se trata solo del día de la fiesta, sino de todo lo que viví para llegar hasta aquí. Se trata de lo que aprendí, de los momentos difíciles que superé y de las personas que caminaron conmigo hasta hoy.

Es curioso, pero cuando pienso en cumplir 15 años, también pienso en los pasos de baile que de niña me parecían imposibles… y que ahora me resultan súper fáciles.
Y si lo llevo a un plano más profundo, diría que cumplir 15 ha significado muchos cambios.
Dejé atrás amistades que en su momento fueron maravillosas.
Aprendí a poner límites. A decir “no”.
Dejé atrás a la niña que jugaba con Barbies, que se reía de bobadas y hacía más bobadas aún… algunas que hacían reír, y otras que simplemente eran eso: bobadas.
Pero no significa que, por dejar atrás a esa niña, la voy a olvidar.
Al contrario, la valoro con todo mi corazón. Siempre voy a atesorar cada momento que viví con ella —conmigo misma.

Estoy segura de que el 7 de junio de 2010 nació una niña totalmente fuera de lo común.
Viví siete años maravillosos en Barranquilla, llenos de amor, alegría y juegos.
Pero también enfrenté momentos difíciles… como perderme a mí misma.
Y aunque fue duro, hoy puedo decir con certeza que me volví a encontrar.

Estoy completamente segura de que el 2023 fue un año que marcó mi vida. Ese año tomé la decisión más difícil: seguir a Dios con un solo propósito… vivir para Él, para un día morir por Él.

Y así, en 2024, Bogotá me dio la bienvenida. Llegué siendo la misma niña fuera de lo común del 2010… pero algo faltaba. No había gozo. Fue un año difícil, lleno de soledad. Pero esa misma soledad me llevó a conocerme más profundamente. Descubrí que amo leer historias de romance, llenas de drama, lágrimas y muchos clichés. También descubrí que amo escribir… y especialmente romances aún más clichés que los que leo.

Aprendí que vivir para Dios es lo MÁS DIFÍCIL DEL MUNDO MUNDIAL. Requiere renuncias, esfuerzo, lágrimas, dolor… y fe.
Pero aquí estoy: sobreviví.

Y llegó el 2025. Un año donde mi fe fue puesta a prueba como nunca antes. Un año en el que muchas personas habrían dejado de creer… pero para mí fue el año en que entendí que no importa cuán grande sea la adversidad.

“Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación.” — Mateo 5:4

“Porque yo sé los planes que tengo para ustedes —declara el Señor— planes de bienestar y no de calamidad, para darles un futuro y una esperanza.” — Jeremías 29:11

Y sí, esta es mi historia. Estos 15 años que parecen pocos, pero han sido larguísimos. Difíciles, sí, pero llenos de aprendizajes, de risas, de amigos que se volvieron familia… y de la familia que siempre ha estado conmigo.

Gracias a esa pequeña que un día tomó decisiones valientes, hoy soy quien soy:

* Una hija que ama profundamente a sus papás.
* Una hermana que admira sin medida a su hermana.
* Una amiga que oró muchas veces por sus amigos… y sabe que es privilegiada por tener a los que tiene.

Y para los demás…

¡Mucho gusto!

Soy María José Artavia, una niña feliz que hoy cumple 15 años.
Y aunque sigo siendo una chica fuera de lo común… también soy, sin duda, extraordinaria.

 

Las voces de mis amigos.

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